Otredades

Por: José Sobrevilla (Premio Nacional de Periodismo 2023)

Lunes, 28 de abril de 2025

La comunicación política de la 4T, vista por un periodista de izquierda

·         “Por su formación, trayectoria política y estilo personal, la presidenta, no podría repetir por sí misma el fenómeno de comunicación política de López Obrador”: Rogelio Hernández

Rogelio Hernández López es un periodista serio, lleno de amigos, no solo los de Facebook, donde ya somos 1.7 mil… y es alguien quien, a sus 75 años, se encuentra pleno de sabiduría y conocimiento del espectro periodístico, pero, sobre todo, de lo que ha sido su especialización: las izquierdas mexicanas y la protección a los profesionales de la comunicación. El tema del modelo comunicativo implementado en el primer sexenio de la Cuarta Transformación, lo ha trabajado tanto que, a cada pregunta de este reportero, él contestaba “todo está consignado en un capítulo de mi próximo libro” (“Miradas al periodismo de un reportero de izquierda”), del cual, próximo a ser llevado a la imprenta, autorizó a este reportero utilizar algunas partes para este trabajo.

Para empezar, Hernández López considera que, por lo que se ha visto en estos años, nadie puede sostener que Andrés Manuel y Claudia sean socialistas y menos comunistas, y tampoco que promovieran una revolución: sin embargo, no ha sido poco lo que han removido: están completando transiciones que empezaron antes, sin ellos… “La (transición) más notable es hacia otro régimen político que permita una mayor participación social, más allá de lo electoral (...) Es hacia un modelo diferente de relaciones entre los poderes políticos y gobiernos de los tres niveles con una proporción mayor de la ciudadanía que, además, lo exige porque está muy politizada”.

                La pretensión es construir otro modelo de relación de la prensa con gobiernos de todos los niveles; uno donde sea menos promiscuo el trato entre el poder político y los medios privados. La intensión es no afectar la propiedad de las empresas de medios, ni la comercialización de la información; pero sí buscar otras formas de comunicar con más medios alternativos para contrarrestar la hegemonía de los massmedia más poderosos; ese dominio que les permitía −según sus intereses− incautar y manipular la información de interés público. Para ello, hace énfasis en que, “se busca equilibrar su poder fáctico, pero no anularlo”, como se lee en la respuesta que hace de la entrevista que le realizó la periodista María Guadalupe Gómez Quintana, en julio de 2024, y que consigna en su libro de próxima aparición.

                El dos veces Premio Nacional de Periodismo señala también que, pocos analistas o periodistas de política entienden o aceptan el alto nivel de conciencia social y política de la mayoría de mexicanas y mexicanos que empujan a la participación conjunta con quienes más se identifican. Su menosprecio a las personas les hace decir que “en masa son fácilmente manipulables o de voluntad comprable”.

Desde que comenzó el desarrollo del movimiento de López Obrador, destaca acertadamente el ‘señor periodisto’ (como se ha referido a este comunicador), la palabra “polarización” es mencionada más que otras en los círculos políticos y en los medios de información masiva, pero quienes insisten en eso desconocen que “polarizar” es la división social en dos polos de cantidades similares y actitudes encontradas; no entienden y no aceptan las categorías sociológicas de “politización” y “conciencia social”; es decir de lo que percibe, quiere y decide sobre sus entornos la inmensa mayoría de la gente común. Si hubiese polarización –continúa Rogelio Hernández− realmente sería solo de los medios comerciales contra el gobierno federal pero tampoco son todas las empresas privadas las que se corrieron hacia posiciones políticas opositoras.

Durante la charla, agregó que, cuando conoció personalmente a Andrés Manuel López Obrador, probablemente en 1983, apenas tenía 30 o 31 años, y desde entonces, el político de Macuspana, ya buscaba medios de prensa alternativos a los comerciales y también formas distintas de comunicación directa con las personas, para construir consensos en torno a su movimiento.

“Me invitó a conocer la imprenta del partido, y me sorprendió que fuese director de un periódico de nombre “Corre la Voz”, con una línea editorial muy libre, con denuncias estruendosas, bien redactado y diseñado por periodistas profesionales, mejor impreso que otros y con un sistema de circulación de varios miles más que los comerciales en aquella entidad, porque los voceadores semiasociados lo entregaban mano a mano a los potenciales lectores a cambio de aportaciones voluntarias”.

En materia de comunicación − afirmó el autor de la columna “Miradas de reportero” − aplicó también su proyecto de Estado, que para él significaba contrarrestar la influencia política de los grandes medios de comunicación, porque desde el año 2000, cuando fue electo jefe de Gobierno de la Ciudad de México la mayoría de las grandes empresas lo habían colocado como adversario del sistema por sus relaciones convenencieras con los gobiernos neoliberales. Desde entonces Andrés Manuel comenzó a aplicar medidas para contrapesar lo hostilidad de la prensa comercial hacia él, primero con las conferencias de prensa tempraneras; el impulso a formas alternas de comunicación con impresos que se repartían de mano en mano, medios electrónicos públicos con más alcance, y reducción de gasto público capitalino en medios comerciales.

                Paulatinamente se fueron perfilando decisiones que, en última instancia, terminarían por remodelar esta otra parte del régimen político sin afectar al régimen legal de propiedad de los medios de comunicación y de mercantilización de las noticias; pero sí disminuyendo la influencia de estas empresas en el Poder Ejecutivo Federal; restar fuerza a los grandes corporativos mediáticos como poder fáctico y, comenzar a construir un sistema paralelo de comunicación política.

                En la institucionalización de las conferencias de prensa mañaneras, el presidente de la República sería el informador principal bajo el criterio de que: la mejor propaganda es “informar diariamente de los buenos resultados de gobierno” y, el fin complementario sería responder a lo que se entiende como informaciones tergiversadas, replicando las opiniones contrarias al desempeño gubernamental y a su persona. Esta fue la segunda decisión que resultó más efectiva para la comunicación política presidencial porque desde el 3 de diciembre de 2018 hasta el 30 de noviembre de 2023 había alcanzado diez millones de vistas en promedio diario, tanto por la visualización directa en los medios públicos y canales digitales de aliados, como por la reproducción en YouTube.

De la estrategia de comunicación, asegura Hernández López, fue muy acertada la designación, no de uno, sino cuatro operadores principales: tres periodistas y un escritor. El principal sería Jesús Ramírez Cuevas quien operaría desde Presidencia para coordinar políticas y medidas generales, así como la operación del gasto publicitario; el estratega para hacer crecer la presencia e influencia de los medios públicos del gobierno federal sería Jenaro Villamil; para una conversión de políticas editoriales desde la federación sería Paco Ignacio Taibo II; y la reportera Sanjuana Martínez estaría encargada de recomponer Notimex, la agencia de noticias del Estado mexicano, para convertirse en la operadora −también estratégica− que surtiría de información a todos los medios. Muy importante fue la disminución drástica de 74.29 por ciento del gasto en publicidad del gobierno federal.

Con esa decisión fue implícito y automático el segundo gran golpe a muchas empresas antes privilegiadas, al haberles suspendido, casi totalmente, los acuerdos no transparentes para conceder permisos, exenciones de impuestos, contratos para las empresas contiguas y hasta varias formas del llamado ‘chayote’.

Desde la campaña electoral de 2018, Andrés Manuel y sus personajes operativos, como Jesús Ramírez Cuevas, habían diseñado una estrategia específica para crear cuentas en plataformas digitales y reforzarla con una red de aliados influyentes que reproducirían y ampliarían los mensajes y actividades presidenciales. En poco tiempo comenzaron a dispersar mensajes políticos en cantidades jamás vistas en México e inalcanzables por varios de los grandes corporativos mediáticos juntos.

Así, cuando faltaban pocos días para que terminara su mandato, la cuenta presidencial en Facebook superaba ya los diez millones de seguidores; en X (antes Twitter) 11.1 millones; en Instagram 1.6 millones; y en la cuenta más reciente de TikTok, su último grito de independencia el 15 de septiembre de 2014 fue visto por 27 millones 400 mil personas. En estas cantidades no son incluidas todas las menciones, reelaboraciones y campañas a su favor de los medios públicos y en sus sitios web, tampoco de comunicadores y periodistas afines −que eran muchos y con notable influencia−. Las batallas mediáticas más frecuentes, extendidas y estruendosas ocurrieron en “las benditas redes sociales”, como les llamaba Andrés Manuel.

Con ese sistema alterno de comunicación social y por su muy singular personalidad política, en los seis años de su gestión presidencial, Andrés Manuel impuso prácticamente la agenda política y social en la mayoría de medios de comunicación. Y, en contraparte, empeoró la cerrazón de la mayoría de los grandes medios de prensa privados para informar a cuentagotas de las acciones del gobierno federal y con frecuentes deformaciones; ellos eligieron los fenómenos de inseguridad para destacarlos como las noticias más importantes, como si eso fuese lo predominante en la vida de la ciudadanía; privilegiaron también como fuentes de información a opositores y críticos del presidente y su partido Morena, aunque no fuesen destacados en la academia o la política.

Y también se hicieron más frecuentes las campañas orquestadas entre columnistas y opinadores contra cualquier detalle de los dichos y/o comportamientos presidenciales. Con la llamada polarización (solo en el ámbito mediático) atizada por ambos lados se fueron degradando todavía más la ética profesional del periodismo que se había ganado en los años noventa y en la primera década del siglo XXI, y se emponzoñó más la atmosfera periodística hasta el fin del mandato presidencial de López Obrador.

Con todo y ese ambiente mediático de confrontaciones pudieron más las decisiones y habilidades de Andrés Manuel para iniciar −aquí también− una transición hacia otro modelo de comunicación social y política más acorde con las intenciones de regeneración del Estado mexicano, un modelo que lograse equilibrar el poder del sector privado.

Una gran parte de los medios comerciales padeció la suspensión o disminución de los contratos de publicidad oficial, también bajó su influencia para obtener otro tipo de contratos, permisos y concesiones para sus ‘negocios paralelos’; consiguiendo el debilitamiento mayor de gran parte del sector privado mediático quienes ya no pudieron imponer los temas principales para influir en las percepciones, el debate y la conversación de los públicos.

¿Qué pasará con Claudia (Sheinbaum)? pregunta a Rogelio Hernández López, María Guadalupe Gómez Quintana, y le responde que, por su formación, trayectoria política y estilo personal, la presidenta del gobierno federal, no podría repetir por sí misma el fenómeno de comunicación política triunfante que logró Andrés Manuel. Además, le dificultaría más el que el modelo paralelo y equilibrador no estuviera consolidado. Eso mismo lo intuían en la oposición, en los mandos de medios privados de prensa e incluso entre cercanos a Morena y en la misma presidencia de la República.

Hoy, la responsabilidad mayor −al parecer− recayó en la especialista Nadia Paulina Silva Rodríguez como Coordinadora de Comunicación Social y Vocera de la presidencia, reforzada con tres de los operadores de la estrategia de comunicación social anterior: Jesús Ramírez Cuevas ahora como Coordinador de Asesores de la oficina presidencial; Jenaro Villamil que siguió en la coordinación de medios públicos desde el Sistema Público de Radiodifusión (SPR) y Paco Ignacio Taibo II quien repitió como Director del Fondo de Cultura Económica, y más aún, se designó a José Alfonso Suárez del Real y Aguilera como asesor político en comunicación social de la Presidenta. Además, se completó esa especie de ‘gabinete estratégico’ con especialistas conocidos de Claudia Sheinbaum: Alonso Millán Zepeda para dirigir el Canal 22, Renata Turrent Hegewisch para el Canal Once. Recomendamos estar pendiente de la aparición del próximo libro “Miradas al periodismo de un reportero de izquierda”, del periodista Rogelio Hernández López. VER VIDEO

Entrevista realizada en el Centro Histórico de la CDMX el 25 de marzo de 2025