Por: Carlos Pozos (Lord Molécula)
Martes, 17 de diciembre del 2024
La relación entre México y Estados Unidos no debe enfocarse en la división ni en la construcción de muros, sino en la cooperación, el respeto mutuo y un trato de iguales. Así lo expresó Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, en uno de sus últimos actos oficiales antes de concluir su mandato diplomático.
Durante la ceremonia de develación de la nueva sede de la embajada de Estados Unidos en México, Salazar subrayó que, en lugar de construir muros, la visión que debe prevalecer es la de una colaboración estrecha entre ambos países, una relación que considere a las naciones como socios y miembros de una misma familia. Rechazó la visión de división promovida por algunos sectores, aludiendo a la postura de figuras políticas como el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha abogado por políticas de aislamiento.
En su discurso, el embajador enfatizó la necesidad de seguir trabajando juntos en materia de seguridad. Recordó que, a pesar de los avances, todavía queda mucho por hacer para garantizar que los ciudadanos de ambos países vivan sin miedo. En este contexto, Salazar también destacó la cooperación en la extradición de criminales, como el reciente caso de Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del cártel del Golfo, quien fue entregado a México para enfrentar la justicia.
Otro tema relevante abordado por Salazar fue la importancia del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que, según él, está sólido y no corre peligro. A pesar de los desafíos comerciales, Salazar resaltó que la integración económica y comercial entre los tres países es cada vez más fuerte, con cadenas de suministro que dependen de esta relación. Aseguró que los problemas que puedan surgir se resolverán en beneficio de todos.
En su discurso final, el embajador dejó claro que la relación entre México y Estados Unidos seguirá siendo una prioridad, independientemente de los cambios políticos en ambos países. Destacó que la nueva sede de la embajada, que será la más grande del mundo, representa un símbolo tangible del compromiso y la amistad entre las dos naciones. Esta sede, con una inversión de mil millones de dólares y construida por trabajadores mexicanos y estadounidenses, se considera un reflejo de la sólida relación bilateral.
Salazar, quien expresó su confianza en que la relación continuará en buenos términos con su sucesor, Ron Johnson, designado por Trump, concluyó su mandato dejando un mensaje de esperanza y colaboración a futuro.